20/9/09

Presentación de la Revista Que. Una mirada objetiva - Por Felipe Argentino Pérez Uilde.

Al fin puedo sentarme a escribirles con calma, estimados lectores de la revista Que. Los episodios que acontecieron el pasado miércoles me dejaron sobremanera consternado, de modo que no pude hallar reposo suficiente para dirigirme a ustedes con el espíritu despejado.

En primer lugar, hoy quisiera ofrecerles mis más sinceras disculpas por la calidad de la presentación a la que tuvieron que asistir. Va de suyo que si hubiera estado en mis manos, siempre prestas a la labor de construcción de la arquitectura de un evento como este, las cosas hubieran sido harto distintas. Con un único llamado telefónico hubiera conseguido que todos los medios del país estuviesen allí haciendo una cobertura admirable.

Porque no, señores, las cosas como las hicieron estos irresponsables no se hacen, ¿no creen? De sólo pensar en lo que aconteció se me nubla la vista y mi cabeza advierte una jaqueca devastadora. Ni hablemos, por favor, del innombrable que osó calificarse como músico y -lo que es aún peor- también tuvo el tupé de llamarse profesor universitario. ¿A dónde fuimos a parar? ¿Cómo es que llegamos a esto? A veces me pregunto si mi heroica decisión de llevar adelante ésta, mi revista, no es una empresa destinada al fracaso. Pareciera que todo está perdido. Pero entonces recuerdo que el joven con guitarra cantó sin el menor atisbo de vergüenza:

“Tomaba cerveza y roipnol / Sentada en el cordón / Yo me acerque para hablar / Empezaste a vomitar / Supe que te podía ayudar / Y vos me mandaste a cagar / Me convidas de tu cerveza / Ahora estoy de la cabeza”,

y a la postre me convenzo nuevamente de lo menester e imperioso que es que Yo lleve adelante mis propósitos. No puedo más que felicitarme por hacerme cargo de esta cruz con tanto empeño y valor.

De todos modos, agradezco que estos que se autodenominan periodistas, soberbios como son, hayan tenido un ápice de iluminación para elegir como lugar para la presentación la prestigiosa y honrada Casa de la Lectura, del excelentísimo Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

No pretendo robarles más tiempo. Faltaba más. Lo único que quisiera es dejar asentada mi promesa de que no sólo el próximo número tendrá también su presentación, sino que seré yo mismo quien guíe las tareas de estos jóvenes para hacer de ese futuro evento un símbolo del buen gusto y la excelencia.

Siempre suyo.

Felipe Argentino Pérez Uilde
Jefe de redacción, editor, dueño y Dios

1 comentario:

Lorena dijo...

Debo reconocer que me sentí un tanto mal al no haber podido asistir a dicha presentación.
Pero, desde luego, sus palabras llenaron mi espíritu de gratificación.
Siendo que no me perdí de mucho, me encuentro en paz interior conmigo misma. Y confieso, que en el fondo suponía dicha degradación al saber que no era usted el encargado de la misma.
Mis más atentos saludos y mi promesa fiel de asistir a la próxima, sabiendo que todo será mucho muy diferente.