25/9/09

Exuberancia (páng dà)

Este 1 de octubre se festejará en la hermana República Popular China (a la que los raros chinos llaman no China sino Zhōnghuá) el 60 aniversario de la proclamación del Estado por el simpático Mao Zedong (o Ze Tung, vaya uno a saber). Tienen pensado realizar desfiles, espectáculos, fuegos artificiales y demás. Y claro, no quieren que ese día de fiesta se vea humedecido por algunos chaparrones, ni siquiera que se vea un tanto oscurecido por un día nublado. Entonces, la fuerza aérea desplegará 18 aparatos para difundir productos químicos en la atmósfera alrededor de Beijing a los que se sumarán 48 vehículos dispersores de niebla. De esta manera China o Zhōnghuá o para algún trasnochado (o ruso o mogol) Catay, logrará por primera vez controlar la meteorología a gran escala. Todo chino en este 1 de octubre podrá pronunciar la expresión equivalente a “¡Es un día peronista!”.

Este tipo de noticias, cualquier tipo de noticias que provengan de la China (de los miles de años de historia china) tiene la característica de dejarme medio pasmado. Hasta obturan la capacidad de pensamiento, uno simplemente queda anonadado, con la boca medio abierta y tal vez un hilito de baba desafiando a la gravedad. Creo que tiene que ver con una monumentalidad, con una enormidad, con una exageración alarmante, que se desprende de todo lo chino.

Uno puede recordar esas infinitas distancias y esas infinitas postergaciones que preocupaban a Kafka. Uno no puede olvidar la existencia de la Gran Muralla (parece que hoy se conserva sólo un 30% de su extensión, antes cubría alrededor de 20.000km), ni a ese primer emperador, Ts'in She Huang-ti, que junto con su construcción ordenó la quema de todos los libros anteriores a él (para más información consultar al reconocido sinólogo Alberto Laiseca). Tal como decía Benjamin, todo documento de cultura es un documento de barbarie (o algo así). La muralla también es el cementerio mais grande do mundo, con millones de cuerpos de constructores enterrados en las inmediaciones o simplemente emparedados (parece que por estos pagos también hubo algunos trabajadores atrapados en el hormigón en una obra un poco mas modesta, el puente Zárate-Brazo Largo).

Uno, además de asombro, siente curiosidad por China. Esto le debe haber pasado a mi buen amigo Joseph Needham (para lo amigos Li Yuese), un bioquímico británico al que se le ocurrió investigar un poco acerca de la civilización y el desarrollo de la tecnología en Zhōnghuá. El resultado fue la demencial, monumental, chinesca Science and Civilization in China. Son dieciocho volúmenes de mil páginas cada uno (alineados ocupan un anaquel de 6 metros de longitud) que “habla de todos los temas humanamente imaginables, desde la invención de la carretilla (mil años antes que en Occidente) hasta los poderes alquímicos de cierta porcelana fabricada en las montañas de Jingdezhen”.

Como veo difícil encontrar Science and Civilization in China en mi librería amiga, como veo difícil encontrar un anaquel de 6 metros de largo, creo que lo mejor va a ser adoptar la manera china o needhamiana: aprender chino, pasarme seis años recorriendo Catay a lomo de burro, meterme en bibliotecas, fábricas, templos y demás, volver con una montaña de notas y libros y pasarme los siguientes 40 años de mi vida estudiándolas.

No hay comentarios: